lunes, 30 de octubre de 2017

5 Errores que deberías evitar si contratás músicos





Cada vez que alguien decide organizar un evento es necesario tener en cuenta muchos factores para que todo salga bien. Lo ideal sería que todo salga según lo esperado para que puedas llevar a cabo más eventos en el futuro. No importa si el evento es multitudinario o sólo para unos pocos familiares, no importa si se va a cobrar entrada o no, las cosas que pleanees pueden ir bien o mal. Si estás pensando contratar músicos para un show, no es sólo cuestión de preguntar si tienen disponibilidad y que simplemente toquen. Sería ideal, pero las cosas no funcionan así y si no se tienen ciertos recaudos, pueden darse roces indeseados. Organizar un evento con un show de música en vivo requiere de ciertos recaudos y acá te explicamos cuáles son los indispensables.


Contratar músicos no es algo tan sencillo como muchos piensan y es por la simple razón de que cada uno tiene sus propias reglas y su propio “protocolo” que va a intentar respetar y buscará que lo respetes también vos - en este punto, estamos dando por sentado que la contratación cumplirá con el pago de todos los impuestos necesarios como SADAIC y CAPIF y que se cumplen con los requerimientos mínimos de seguridad-. Si estamos hablando de músicos independientes, entonces la contratación es mucho más simple porque estarías hablando directamente con quien va a estar sobre el escenario. Distinto es el caso de los músicos que forman parte de un sello discográfico porque ellos tienen un manager y condiciones que son menos flexibles aunque tal vez convoquen más gente o el público que asista se sepa sus canciones.

Es importante que asignes prioridades a tu evento ¿Serán los músicos la atracción principal? ¿Tocarán sólo una vez? ¿Habrá que pagar una entrada? ¿Habrá tiempo para un ensayo previo al show? Como sabés, una buena organización tiene en cuenta estos aspectos y muchos más. En otros posteos encontrarás más información al respecto pero acá te damos una lista de 5 aspectos esenciales que no puedes dejar librado al azar.

Contrato escrito

Este aspecto es totalmente fundamental. Una vez que hayas definido todos los puntos claves, anotalos en un papel punto por punto y que el artista te lo firme días antes del show, de esa forma podrás cambiarlo si hace falta y evitar malentendidos.

Sonido y cuestiones técnicas

¿Quién pagará por el alquiler del sistema de sonido? ¿Cuántos instrumentos llevarán los músicos? ¿Habrá algún tipo de backline en el establecimiento? Las cuestiones técnicas son importantes para todo show. Asegurate de saber quién es responsable de los equipos y qué necesitás para tu evento. Averiguá si es necesario trasladarlos o contratar algún seguro contra riesgos.

Viáticos o consumisiones

En tu evento probablemente haya comida, entonces debería estar claro si los músicos tienen permitido probarla o no. Definí si vas a reservar comida y bebidas para los músicos y en qué cantidad.
Duración del show

Duración del show

No es lo mismo un show de 20 minutos que uno de 3 horas. La lista completa de temas podría también estar definida de antemano. Esto está relacionado también con el momento en el cual el artista deba hacer su presentación. Tal vez el músico tenga alguna preferencia por algún horario en particular. Sería bueno que pactaran algo de común acuerdo.

Precio

Así como uno pide el presupuesto para un salón de eventos o para el catering, también debería hacerlo con los músicos. Saber cuánto, cómo y cuándo se les va a pagar puede ahorrarte muchos dolores de cabeza. Si es un evento privado, tenés un poco más de ventaja para tratar estos temas. Si es un evento público, en donde se contrata a los músicos justamente porque llevan público, entonces es importante escucharlos y tratar de llegar a un acuerdo que será bueno para ambos dependiendo de las necesidades de cada parte. Para más información sobre este aspecto, podés visitar: Formas de contratar a un músico independiente.


lunes, 16 de octubre de 2017

Qué es el mastering y para qué sirve






El mastering es el último proceso técnico y artístico que se le aplica a las obras musicales antes de que lleguen al oído del oyente. Todos los músicos profesionales saben que sus discos tuvieron una etapa de mastering pero no todos saben explicar correctamente de qué se trata.


Comencemos por el principio: la creación de la canción. Una vez que uno tiene una obra musical lista en todo sentido, puede introducirse en el estudio para grabarla. La grabación, como su nombre lo indica, es el proceso de crear un registro de lo que se está tocando: ya sean instrumentos acústicos, digitales o voces, que se pueden grabar simultáneamente o no. En otras épocas, ese registro se hacía sobre una cinta magnética pero hoy en día se utilizan DAWs (Digital Audio Workstations, por ejemplo: Pro tools) y todo se guarda en una computadora.

Una vez que se tienen todos los sonidos grabados, se procede a mezclarlos, embellecerlos y a crear un sonido homogéneo entre ellos. Por eso, esta etapa se llama mezcla y es aquí donde se conjugan todos los criterios estéticos que hacen al género musical y a la sonoridad de una obra. Aquí el productor artístico saca a relucir su talento e indica al ingeniero de grabación qué sonoridad debe tener la obra.

Una vez terminada la mezcla, hay que preparar los archivos para enviarlos a masterizar. El ingeniero de masterización suele pedir los audios “consolidados” es decir, un solo archivo de audio por cada canción y que contenga todos los procesos de la mezcla ya aplicados. Además, generalmente se pide que los principios y los finales no estén editados. Otra opción, puede ser que el ingeniero solicite los llamados “Stems” que son pistas de audio que contienen, por ejemplo, el bajo y la bateria por un lado y las voces en otro archivo. Entonces, cada obra grabada tendrá más de un archivo y la cantidad depende de lo que el ingeniero de masterización considere adecuado. Como pasaba con la mezcla, en donde se mezclaban todos los sonidos grabados por separado, en el mastering se busca mezclar todas las mezclas, valga la redundancia, para crear un álbum homogéneo y consistente en todos sus tracks. En la etapa de mastering se definen cosas como el orden de los temas, la conexión sonora entre ellos, la duración exacta, el nivel de volúmen de cada track, se editan los comienzos y finales de los tracks (aquí es donde se crean los “fadeouts” y los espacios previos a los tracks) y, si el formato final es digital, se agregan metadatos y códigos UPC e ISRC (este último otorgado por CAPIF al productor fonográfico).

El mastering tiene la particularidad de ser un proceso muy técnico, es decir, que hay muchas cosas que deben respetarse para que no haya errores y existen ciertos estándares que se pueden aplicar. Por ejemplo, si se va a masterizar para vinilo hay que tener cuidado de no exagerar demasiado los sonidos graves porque esto podría provocar que la púa que lee el disco de algunos saltos. Otra cuestión que hay que tener en cuenta es el nivel sonoro del álbum y la correcta sonoridad para que el álbum suene agradable en cualquier parlante o auricular. En la década de 1990 comenzó la llamada “Guerra del sonido” en donde todos los artistas competían para sonar más fuerte en las radios pero a costa de una disminución drástica de la calidad de sonido. Por esta cuestión, discos importantes como Death Magnetic (2008) de Metallica se han visto seriamente perjudicados. Hace algunos años se está trabajando sobre esta problemática y se han hecho algunos avances para mantener la calidad aunque el sonido promedio de los discos sigue bastante más alto que antes del comienzo de la “guerra”.
A la vez, se dice que es un arte porque el productor artístico y el ingeniero de mastering tratan de buscar un buen balance entre todos los tracks.
Como dijimos, el mastering es el último proceso de la cadena pero seguramente estarás pensando que el último proceso técnico es la replicación del formato físico y sí, tenés razón, pero en realidad ese es el verdadero mastering. El término viene de la época de los discos de pasta que se replicaban a partir de un disco “maestro” o “master”. Pero a partir de la década del 70, la producción artística comenzó a mezclarse con la cuestión técnica del proceso de mastering y las mezclas finales eran retocadas antes de ser replicadas. Se dice que el primer álbum en el que utilizó esta técnica fue Led Zeppelin, de la banda homónima.

El mastering es una etapa fundamental de todo álbum y seguirá siendo así mientras haya una gran variedad de formatos como vemos al día de hoy entre formatos físicos y digitales.


lunes, 9 de octubre de 2017

Diferencias entre un DJ y un selector musical






Es muy habitual utilizar el término DJ o “Disk Jockey” para denominar a los artistas que trabajan con música grabada como parte de su repertorio. Sin embargo, es necesario aclarar que existe una categorización más adecuada y que no es correcto darle a todo el mundo el mote de DJ.

Haciendo un poco de historia, recordamos que a comienzos del siglo XX comenzaban a escucharse las primeras obras grabadas por músicos. Sin embargo, la música en vivo seguía dominando la escena y la música grabada sólo se escuchaba en privado, es decir, en las casas o públicamente a través de la radio. Por lo tanto, la persona que se encargaba de escoger qué música pasar y en qué momento hacerlo, tenía una labor muy importante y recibió el nombre de selector. Ellos fueron los primeros en jugar con las combinaciones y de darle un impulso a la música grabada en las primeras décadas del siglo pasado. Desde aquellos tiempos, la labor del selector ha sido y sigue siendo pasar música respetando ciertos criterios estilísticos ya sea en un local o a través de medios masivos como la radio o la televisión. Aún hoy es posible ver que muchos bares, centros culturales y discotecas contratan selectores para que pasen música de moda.

Si hablamos de los DJs podemos decir que no fue sino hasta 1940 que surgió en París lo que se considera la primera discoteca o “discothèque”. En ella, un selector pasaba música y también se utilizaban instrumentos en vivo que se acoplaban a las grabaciones para hacerlas más interesantes. Cantantes cantaban sobre las grabaciones y estos incipientes DJs comenzaron a jugar con las velocidades de reproducción de bandejas giradiscos. Pero no fue sino hasta mediados de la década de 1960 que el término Disk Jockey comenzó a hacerse popular al mismo tiempo que los clubes de música nocturna se extendían por Europa y norteamérica. El auge de este tipo de arte llegó en la década de 1970 con la aparición de la música disco y una nueva forma de pasar música en vivo había nacido dejando un legado técnico que perdura hasta nuestros días.

Lo importante acá es saber que el selector no modifica las grabaciones ni realiza cambios drásticos a las mismas. No mezcla, sencillamente hace una selección a conciencia y la pasa buscando siempre el momento adecuado. En cambio los DJs dan su impronta a cada “set” es decir, a cada ejecución. Mezclan y arreglan, en definitiva, componen obras propias sobre cosas que fueron grabadas previamente por ellos mismos o por otros.

Hoy en día, ambas profesiones están más vigentes que nunca y es necesario diferenciarlas para no crear confusiones y así respetarlas como se merecen.


lunes, 2 de octubre de 2017

6 tips para convertirte en un mejor creador de canciones






La música es el arte de combinar sonidos y cada uno de ellos tiene una altura, una duración, una intensidad y un timbre característico. Esta combinación tiene ciertos elementos como son la melodía, la armonía, la métrica y el ritmo. Tu trabajo como compositor es conocer al detalle estos elementos y así poder jugar y mezclarlos para poder generar emociones específicas en el oyente.
Ser un compositor exige dominar una amplia paleta de habilidades y cada una tiene aspectos técnicos diferentes y esto a veces puede ser algo abrumador. La idea de que llegará un momento espontáneo de iluminación creativa simplemente no es real y para hacer un hit no queda otra que tener cierta metodología y, por supuesto, algo de talento.
Esto no significa que no podamos recibir inspiración de una cantidad de lugares diferentes. Es más, todos los músicos a lo largo de la historia, han escrito obras increíbles basándose en alguna referencia conocida o han despertado su creatividad gracias al impacto que le han generado otras experiencias.
La inspiración sirve como disparador pero si no se tienen las herramientas adecuadas, no podremos plasmar el mensaje que queremos dar. El mismo puede llegar distorsionado al receptor o puede no tener el impacto esperado. Por eso, acá te mostramos algunas herramientas que podés usar para aprovechar al máximo esa inspiración y no dejarla escapar.


1) Preguntarse el por qué

¿Por qué componés? Para componer música, es necesario tener una razón, un motor, una motivación, en definitiva, una necesidad. Sin ella, la obra que escribas carecerá del alma necesaria para generar impacto en el oyente. Si componés música para que alguien más la escuche y no sólo para vos, entonces estás componiendo música para expresarte, para dejar un mensaje, para causar impacto en el oyente porque “el verdadero arte es el que no te deja ileso”. Ya sea que compongas un reggaetón para que la gente baile hasta caer o una pieza para una película romántica, la música trata de expresar eso que es imposible de expresar con palabras pero sí con sonidos.
Nunca te lances a componer sin saber por qué lo estás haciendo, es una premisa fundamental. No podrás alcanzar un objetivo si no tenés una buena razón para hacerlo.

2) Qué hacer con la inspiración

Tenés que encontrar eso que te motiva, que te interesa, que te inquieta, porque ahí se encuentra la mejor fuente de inspiración. Puede ser cualquier cosa, no hay límites: podés sentirte inspirado por haber leído un libro, por haber visto una película, haberte cruzado con una persona interesante o haber hecho un viaje, todo vale.
La cuestión acá es expresarte. Se trata de transformar eso que te motiva en una experiencia para tus oyentes, de compartir un sentimiento con los demás porque la música es justamente eso, compartir.
Por eso, detectá algo que te haya inquietado en algún sentido y compartilo de la manera que sólo vos con tu individualidad y con tus conocimiento técnicos sobre música podés hacerlo. Una buena práctica es escribir en una hoja una lista de sentimientos que querés expresar. De esa manera, tu composición va a ser más precisa y todo te saldrá más fácilmente porque sabés hacia dónde estás apuntando.

3) Conocer tus influencias

Hacé una lista de las canciones que más te gustan, asignales un orden de preferencia y centrate en las dos o tres que más te influyen. Esto se hace para decidir en qué género musical vas a encasillar tu obra y poder darle tu propio estilo. Prestale atención a todas las emociones que te generan esos temas y hacé una lista de todas ellas. Tal vez puedas, sin plagiar, usar eso como referencia y como punto de partida para hacer algo similar a lo que te gusta.
Sin embargo, no confundas esto con la inspiración. Estamos hablando de algo diferente: de aprender las características de un género en particular y saber identificar lo que tienen en común las canciones de cierto género. No hablamos de utilizar otra canción para hacer algo parecido y terminar expresando el mismo mensaje. El impacto emocional de tus obras debería ser único y siempre deberían llevar tu impronta personal.

4) Cuestiones técnicas

Llegó el momento de definir la melodía, la armonía, el ritmo y la métrica. Y, si te fijás, estamos dejando estas cuestiones para el final. No porque carezcan de importancia, sino porque lo más importante es el mensaje y no el medio.
Si tocás un instrumento, aprendé a tocar esas dos o tres canciones que más te gustan y detectá qué tipo de progresión de acordes utilizan, qué escalas, cuál es la estructura formal o cualquier otro aspecto técnico que te parezca interesante. De nuevo, no es cuestión de que copies sino de que sepas cómo componer para determinado género musical.
Una vez que la composición básica esté terminada, sería bueno que comiences a definir la instrumentación y la prioridad de intensidad que tendrá cada instrumento. Para esto, es recomendable que compartas tu composición con tus compañeros de banda, si es que tenés una, o con algún productor si estás en un proyecto solista. Un productor musical también puede ayudarte a alcanzar la sonoridad requerida para cada instrumento. Esto forma parte de lo que comúnmente se llama pre-producción de un tema.

5) Comunión entre música y letra

Si hablamos de crear una sensación única en el oyente, las letras pueden ser un aspecto fundamental para diferenciarte de tus influencias. Dedicá algo de tiempo para decidir qué tono discursivo vas a adoptar, si vas a darle más prioridad a la música o a las líricas y cómo podés hacer para que la música y la letra se unan de una manera armónica y que sea agradable de escuchar.
Si vas a darle más prioridad a la música, una buena técnica es tocar tu canción con un instrumento y grabarte cantando cosas libremente sobre ella, algo que se conoce como “Freestyling”. A veces dejarse llevar por el “feeling” y la cadencia de la canción puede redundar en buenos fraseos.
Si, en cambio, tenés alma de poeta, hay muchos recursos de la poesía tradicional que te pueden ayudar a fusionar música y letra. Para más información al respecto, visitá: https://goo.gl/WbQTbc


6) Seguí el orden

No podemos dejar de enfatizar cuán importante es seguir el orden cronológico de este post. Recordá siempre que lo más importante es tener bien en claro cuáles serán las emociones y los estados de ánimo que tu música generará en los oyentes. Por eso, concentrate en el mensaje, no en los medios. Muchas veces, los medios son muchos y difíciles de combinar pero el mensaje de una obra particular siempre es más acotado.
No tengas miedo de equivocarte porque esto es arte y la palabra fracaso es muy subjetiva. Componé mucho y quedate con lo mejor de tu cosecha.