La música es el arte de combinar sonidos y cada uno de ellos tiene una altura, una duración, una intensidad y un timbre característico. Esta combinación tiene ciertos elementos como son la melodía, la armonía, la métrica y el ritmo. Tu trabajo como compositor es conocer al detalle estos elementos y así poder jugar y mezclarlos para poder generar emociones específicas en el oyente.
Ser un compositor exige dominar una amplia paleta de habilidades y cada una tiene aspectos técnicos diferentes y esto a veces puede ser algo abrumador. La idea de que llegará un momento espontáneo de iluminación creativa simplemente no es real y para hacer un hit no queda otra que tener cierta metodología y, por supuesto, algo de talento.
Esto no significa que no podamos recibir inspiración de una cantidad de lugares diferentes. Es más, todos los músicos a lo largo de la historia, han escrito obras increíbles basándose en alguna referencia conocida o han despertado su creatividad gracias al impacto que le han generado otras experiencias.
La inspiración sirve como disparador pero si no se tienen las herramientas adecuadas, no podremos plasmar el mensaje que queremos dar. El mismo puede llegar distorsionado al receptor o puede no tener el impacto esperado. Por eso, acá te mostramos algunas herramientas que podés usar para aprovechar al máximo esa inspiración y no dejarla escapar.
1) Preguntarse el por qué
¿Por qué componés? Para componer música, es necesario tener una razón, un motor, una motivación, en definitiva, una necesidad. Sin ella, la obra que escribas carecerá del alma necesaria para generar impacto en el oyente. Si componés música para que alguien más la escuche y no sólo para vos, entonces estás componiendo música para expresarte, para dejar un mensaje, para causar impacto en el oyente porque “el verdadero arte es el que no te deja ileso”. Ya sea que compongas un reggaetón para que la gente baile hasta caer o una pieza para una película romántica, la música trata de expresar eso que es imposible de expresar con palabras pero sí con sonidos.
Nunca te lances a componer sin saber por qué lo estás haciendo, es una premisa fundamental. No podrás alcanzar un objetivo si no tenés una buena razón para hacerlo.
2) Qué hacer con la inspiración
Tenés que encontrar eso que te motiva, que te interesa, que te inquieta, porque ahí se encuentra la mejor fuente de inspiración. Puede ser cualquier cosa, no hay límites: podés sentirte inspirado por haber leído un libro, por haber visto una película, haberte cruzado con una persona interesante o haber hecho un viaje, todo vale.
La cuestión acá es expresarte. Se trata de transformar eso que te motiva en una experiencia para tus oyentes, de compartir un sentimiento con los demás porque la música es justamente eso, compartir.
Por eso, detectá algo que te haya inquietado en algún sentido y compartilo de la manera que sólo vos con tu individualidad y con tus conocimiento técnicos sobre música podés hacerlo. Una buena práctica es escribir en una hoja una lista de sentimientos que querés expresar. De esa manera, tu composición va a ser más precisa y todo te saldrá más fácilmente porque sabés hacia dónde estás apuntando.
3) Conocer tus influencias
Hacé una lista de las canciones que más te gustan, asignales un orden de preferencia y centrate en las dos o tres que más te influyen. Esto se hace para decidir en qué género musical vas a encasillar tu obra y poder darle tu propio estilo. Prestale atención a todas las emociones que te generan esos temas y hacé una lista de todas ellas. Tal vez puedas, sin plagiar, usar eso como referencia y como punto de partida para hacer algo similar a lo que te gusta.
Sin embargo, no confundas esto con la inspiración. Estamos hablando de algo diferente: de aprender las características de un género en particular y saber identificar lo que tienen en común las canciones de cierto género. No hablamos de utilizar otra canción para hacer algo parecido y terminar expresando el mismo mensaje. El impacto emocional de tus obras debería ser único y siempre deberían llevar tu impronta personal.
4) Cuestiones técnicas
Llegó el momento de definir la melodía, la armonía, el ritmo y la métrica. Y, si te fijás, estamos dejando estas cuestiones para el final. No porque carezcan de importancia, sino porque lo más importante es el mensaje y no el medio.
Si tocás un instrumento, aprendé a tocar esas dos o tres canciones que más te gustan y detectá qué tipo de progresión de acordes utilizan, qué escalas, cuál es la estructura formal o cualquier otro aspecto técnico que te parezca interesante. De nuevo, no es cuestión de que copies sino de que sepas cómo componer para determinado género musical.
Una vez que la composición básica esté terminada, sería bueno que comiences a definir la instrumentación y la prioridad de intensidad que tendrá cada instrumento. Para esto, es recomendable que compartas tu composición con tus compañeros de banda, si es que tenés una, o con algún productor si estás en un proyecto solista. Un productor musical también puede ayudarte a alcanzar la sonoridad requerida para cada instrumento. Esto forma parte de lo que comúnmente se llama pre-producción de un tema.
5) Comunión entre música y letra
Si hablamos de crear una sensación única en el oyente, las letras pueden ser un aspecto fundamental para diferenciarte de tus influencias. Dedicá algo de tiempo para decidir qué tono discursivo vas a adoptar, si vas a darle más prioridad a la música o a las líricas y cómo podés hacer para que la música y la letra se unan de una manera armónica y que sea agradable de escuchar.
Si vas a darle más prioridad a la música, una buena técnica es tocar tu canción con un instrumento y grabarte cantando cosas libremente sobre ella, algo que se conoce como “Freestyling”. A veces dejarse llevar por el “feeling” y la cadencia de la canción puede redundar en buenos fraseos.
Si, en cambio, tenés alma de poeta, hay muchos recursos de la poesía tradicional que te pueden ayudar a fusionar música y letra. Para más información al respecto, visitá: https://goo.gl/WbQTbc
6) Seguí el orden
No podemos dejar de enfatizar cuán importante es seguir el orden cronológico de este post. Recordá siempre que lo más importante es tener bien en claro cuáles serán las emociones y los estados de ánimo que tu música generará en los oyentes. Por eso, concentrate en el mensaje, no en los medios. Muchas veces, los medios son muchos y difíciles de combinar pero el mensaje de una obra particular siempre es más acotado.
No tengas miedo de equivocarte porque esto es arte y la palabra fracaso es muy subjetiva. Componé mucho y quedate con lo mejor de tu cosecha.
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